“¡Soy un malo, y eso es bueno! ¡Jamás seré bueno, y eso no
es malo! Y no me cambiaría por nadie...”
Ocurre
de vez en cuando que veo una película y pienso “¡dioses, esto mola!”. La veo
una segunda vez y pienso “¡joder! Mola más de lo que pensaba”. Y luego imagino que
todo el mundo estará hablando de esa película o, si tiene ya algún tiempo (si
no es un estreno, vaya, que con que pasen un par de años me basta), pues se
convierte en un referente y la gente la menta. Y entonces me encuentro con que
no.
Eso es
lo que me ocurre con ¡Rompe, Ralph!,
y me sorprende bastante. No solo porque todas las nominadas a los Oscar de
animación en los últimos años son películas que han dado mucho que hablar
(empezando por El viento se levanta, Frozen, Érnest & Celestine, Gru 2,
o incluso Los Croods en los últimos; Frankenweenie, ParaNorman y Brave el año pasado; y Rango, Kung-Fu Panda 2, Chico &
Rita o El gato con botas el
anterior), para bien o para mal. De todas ellas, sin embargo, ¡Rompe Ralph! es de la que menos he oído
críticas. Buenas o malas.
Quizás
sea cosa mía, y no he prestado atención. Quizás pegó muy fuerte, y no me he
dado cuenta. Pero sea como sea, me sorprende que no sea un referente, cuando
habría sido la ganadora indiscutible del Oscar el año pasado si no hubiera sido
por Brave (y no son pocos los que
opinan que es mejor película que la de Pixar), y tiene unas puntuaciones de
aúpa. Conocida o no, por tanto, desde ya os recomiendo verla.
Es una
película complicada, todo hay que decirlo. Para disfrutarla en su plenitud hacen
falta dos cosas: amor y conocimiento por los videojuegos, especialmente por la
década de los 80 y los 90; y capacidad para disfrutar con el buen cine de
animación, aunque sea dirigido a un público infantil. Vale que no es la
combinación más rara del universo, pero tampoco es la más abundante.
La
cinta sigue un poco la estela de MegaMind
o Gru, mi villano favorito (con
esta guarda varios puntos en común, por ejemplo en el diseño de algunos
personajes), ambas de 2010: el protagonista de la historia que se nos presenta
no es un héroe, ni al uso ni atípico, sino que, directamente, es un villano.
Megamind, Gru… Ralph. Ahora, aquí el caso es mucho más sangrante, y trágico:
los otros dos son villanos por elección propia, pero Ralph ha sido programado
así. Es un personaje de videojuego, y es su naturaleza.
Y en
eso se basa la cinta, y ahí reside uno de sus grandes puntos a favor: la
historia no es sino un relato sobre el descubrirse a sí mismo y la aceptación.
Ralph lucha contra lo que le ha sido impuesto, y solo quiere dejar de ser un
villano por un tiempo, y que le traten bien, porque la verdad, su vida es una
mierda. Básicamente, los personajes de otros juegos le temen; los de su propio
juego, le temen y le odian (alguno de los "buenos" en su juego es un soberano hijo de puta). Únicamente el héroe de su juego, Félix, le trata
con cierta decencia (tampoco mucha). Apreciarle solo le aprecian los villanos
de otros juegos y el grandísimo Tupper. Y una personaja genial que será la
clave de cómo se va a desarrollar la trama.
La
historia es clásica, y está muy bien desarrollada; especialmente, destaca por
lo emotiva que resulta a ratos. No quiero destripar mucho sobre el argumento,
pero escenas como aquella en la que Ralph tiene que hacer aquello contra lo que
lucha (o sea, ser malo) para salvar a la única persona que le trata con cariño;
o en la que se sacrifica por esa persona con todo el desinterés del mundo… pues ponen los pelos de punta. Y demuestran una gran habilidad a la hora de
construir personajes y de reflejar su evolución.
La
trama, eso sí, y a pesar de estar bien desarrollada, peca un poco de tópicos.
Los personajes no son demasiado originales, en su mayoría, aunque se excusa por
el hecho de que muchos de ellos son estereotipos de videojuegos, y ahí está su
gracia. El guión tiene un par de giros que no por sorprendentes resultan menos
esperados, y en general, pues no se arriesga demasiado, y pasa lo que tiene que
pasar.
Quedaría
con esos elementos en una película más, en una buena película, sí, pero lo que
le da ese punto de encanto que tiene es que no olvida sus referentes.
Constantemente nos encontramos guiños a personajes y juegos clásicos:
personajes de Sonic, Pac-Man, Street Fighter, Q*bert o Mario se dan cita aquí… y eso por hablar
solo de los que lo hacen directamente, porque si entramos a referencias
indirectas es inevitable olvidar Donkey
Kong, Mario Kart, cualquier
shooter espacial y muchos más (además de un guiño, de regalo, a una
conocidísima escena de El mago de Oz).
Y hablo solo de las que yo pillo… Animo a quien haya visto la peli a echar un
vistazo a todas las que se le hayan podido escapar.
Por
otra parte, el doblaje castellano es bastante bueno (gracias a los dioses que
un famoso no dobla al protagonista, y que podemos disfrutar de Pachi Aldeguer
como campeones), y la animación una verdadera pasada, combinando el estilo
general (y reinante en nuestros días) que ocupa casi toda la película con
algunas secuencias en 2-D para mostrar los juegos que van apareciendo, y que
suponen una delicia. También la música, con las tres piezas que cierran la
película, sobre todo, resulta muy adecuada (e incluso la adaptación española de
la primera de ellas, aunque pastelosa a más no poder, es pasable, dentro de lo
que son estas cosas... a pesar de ser de Auryn, joder. Vale, retiro lo dicho).
Si no
la habéis visto… Bueno, ¿qué creéis que os voy a decir?
Allez-y,
mes ami!
Buenos
días, y buena suerte.
P.D: el cartel es lo más engañoso del mundo, la mayoría de quienes aparecen son personajes puramente testimoniales.
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LO
MEJOR: la animación, las constantes referencias a videojuegos, la construcción
del personaje de Ralph y lo emotivo de algunas escenas.
LO
PEOR: el guión no es especialmente sorprendente y tira mucho de tópicos, algo
que tiene su parte buena y su parte mala. Si no conoces bien el mundillo gamer
la mitad de las referencias (y con ello buena parte de la película) te las
pierdes.
NOTA: 8,75/10.
Como decía más arriba: si te gustan el cine de animación y el mundo de los
videojuegos, no puedes perdértela.
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